miércoles, 19 de agosto de 2009

Poema del ser


Indiferente es para mí por dónde empiece,

Pues allá retornaré de nuevo.


Parménides. Poema del ser.


Sucededes deprisa,

eléctrica y global

demasiado súbita

para que mi asombro instantáneo te contenga;

y aunque ahora son familiares tus gestos,

la nube en la blanca frente del centinela

el cálculo que eriza el brillo en las escamas

los crujidos de muralla,

el alboroto del caudal de aleaciones prósperas

y el palpito de enjambre y carnaval

en el arrabal donde se desnuda la codicia,


no hay verbo que deshaga las muecas de las manos

ni libere las anclas que clavan los gritos en los ojos

y plantan cortezas que crecen naufragando en los espejos

y arrugan las miradas que gritan el las manos.


Y así,

de polvo y sed,

de lluvia y gimnasia de espumas,

así,

de polvo,

de sed,

de pedazos y cimiento de mareas,

y chirriar de balanza y obras públicas,

íntima llama, derrelicto,

pálido coagulo de vértigo y colmena,

así te hiciste orilla

y abrigo de naufragios.


Y ahora caes hacia mi como la tarde,

un hábito de párpado cosmético

en una ilusión que late a tientas;

Y yo te descifro

en tu lienzo acuático, arrecife,

con el álgebra de almíbar y guadañas

y deshago mi oración de tinta amarga

ariete,

esencoia,

sustancia del brío elemental,

adición,

diferencia incógnita,

alfabeto de mástiles y hambre,

tanta hambre,

y solo ruido,

de huesos, de dedos y de lenguas,

y la emoción sostenida en un acorde,

estafa de fado de una fábula bufa;

y aquella soledad depredadora

tan urgente y hostil, tan amarilla,

tan ancha que arañaba el horizonte,

es cierto,

es difícil andar con tierra en los zapatos.


Sonríen los colores despellejados en los tendales

al aliento que desata sus arpegios

y azote de azafranes la azotez,

y desordena, espléndido,

un trasluz que deshoja miriñaques

y algazara de velos y de pieles,

qué leve luz nos roce conmovida,

leves pasos, breves, leves pieles,

que es ya rendición, filo, presagio de mudanza.


Para intentar el azul o una caricia

es preciso olvidar la propia muerte

reconciliar el gesto con la risa

y deshacer los nudos en los dedos.


Para la mentira no;

sólo un recio garrote en la garganta.


Cándido León

2 comentarios:

  1. Tú lo tuyo, háztelo mirar!!!! es sorprendente. Me encantó!!!! No dejes de hacerlo. Un besito.

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